Hace dos meses, el equipo del Núñez nos convocó a una jornada de formación para poner en marcha en el colegio “aulas interactivas”, una manera de implicar a las familias en el proceso educativo dentro del colegio que está dando muy buenos resultados en contextos muy diversos. Y la semana pasada pudimos participar en la primera “aula interactiva”. A partir de ahora, se celebrarán todos los martes, con nuestra colaboración, la de familias del Núñez y la del equipo del colegio: este año con los cursos de 1º y 2º de primaria y el año que viene ya con todo el cole.
Las aulas interactivas se impulsaron desde el proyecto INCLUD-ED. Estrategias para la inclusión y la cohesión social en Europa desde la educación (2006-2011), que tiene como finalidad identificar qué acciones concretas contribuyen a favorecer el éxito académico y la inclusión social a lo largo de las diferentes etapas de la enseñanza obligatoria. Si queréis saber más sobre el proyecto INCLUD-ED, os recomendamos este artículo de Jose María Jiménez, padre del colegio Ágora y educador y socio de La Claqueta S.Coop.Mad.
El ha demostrado que las aulas interactivas y otras formas de participación de las familias en los espacios educativos, de toma de decisiones y de evaluación de la escuela tienen una repercusión muy positiva en la vida escolar. La constatación más notoria y sorprendente es que con una sola sesión interactiva a la semana, el rendimiento académico de los alumnos y alumnas aumentaba exponencialmente, incluso en las circunstancias más adversas, funcionando así de mecanismo de igualación social y compensación de las desigualdades. Pero es que además las aulas interactivas mejoraban la capacidad de escucha, negociación y diálogo de estudiantes y familias, promoviendo la buena convivencia y el entedimiento mutuo.
En el Núñez, las aulas interactivas acaban de comenzar, así que aún no sabemos mucho sobre los efectos que tendrán a largo plazo. Pero sí podemos decir que la primera experiencia fue muy bonita. Allí estábamos Silvia, Dani, Mar, Carlos y Marta, tan diferentes entre nosotros y, a la vez, viéndonos compartir una misma ternura por los peques y una misma emoción al verles pensar, concentrarse, dialogar… Las sonrisas de complicidad entre nosotros fueron inevitables.